lunes, 5 de abril de 2010

La primera lluvia




La noche era una de esas noches en las cuales todo parece irse al diablo sin que siquiera el diablo esté allí para recibirlo. Había caminado hasta la casa de una amiga pero, como la noche prometía, ni rastro de ella en su casa, así que dirigí mis pasos hacia la calle principal esperando encontrar alguna razón para estar aún despierta. Caminé y caminé hasta que mis pies comenzaron a quejarse así que, sin pensarlo demasiado, entré en una especie de discoteca que me auguraba, al menos, un tiempo de música y algo de beber.

Como siempre, no sé si por mi escote o por mi sonrisa, me dejaron entrar sin tener que esperar demasiado. Una vez adentro me dirigí a la barra y pedí un Margarita que bebí, como siempre, a pequeños sorbos. La música era… no diría buena, sino excelente, ya que una seguidilla de blues llenaba el lugar y tornaba la atmósfera prometedora. Y por costumbre recorrí el lugar con mi vista fijándome en los hombres que estaban allí. Descarté a los gordos de inmediato, también a los demasiado bajos o a los canijos, esos hombres que aunque altos parecen muñecos mal construidos. Fue entonces que encontré a alguien que me miraba con hambre en sus pupilas.

No sé si ya lo habrán comprendido, pero yo soy una mujer hambrienta, y para una mujer hambrienta nada es mejor que un hombre con hambre y este hombre, de un metro ochenta centímetros, pelo castaño oscuro y ojos verdes parecía estar realmente hambriento. Supongo que se dio cuenta de que le miraba pues se acercó a mí con un vaso de whisky en sus manos y una leve sonrisa. Como tantas otras veces, no sé que fue lo que me dijo para iniciar la conversación ni sé que le contesté, lo que sí recuerdo es que comenzamos a reírnos y al poco tiempo ya estábamos en la pista de baile contoneándonos al son de las canciones que el disk jockey parecía elegir teniéndonos en cuenta.

Él me dijo que se llamaba S., yo le dije mi nombre, sus manos seguían un camino que parecía trazado desde mi espalda hasta mis nalgas, mi cuerpo vibraba bajo su tacto aunque no deseaba hacérselo saber, por lo que en la tercera canción le pedí que fuésemos hasta la barra para tomar algo. Pedí mi tercer Margarita, él pidió su tercer whisky, Jack Daniels doble y sin hielo, ambos encendimos sendos cigarrillos y fingimos hablar en medio del estrépito del lugar.

Decidí llevármelo a la cama, aunque mi cama estaba a kilómetros de ese lugar, por lo que comencé a rozar mi escote con un dedo soltando los botones como si no me diera cuenta. Descubrí que ese juego le gustaba, sus ojos seguían mis movimientos y celebraban cada botón liberado con una dilatación de sus iris, entre sonrisas y charlas nos dimos un largo y hondo beso en el que pude sentir que su lengua no era para nada inexperta. Fue entonces cuando le dije que tenía que irme y el se ofreció a acompañarme, a lo que respondí con un gracias…

Ni siquiera llegamos a casa. Apenas en el exterior del local él me llevó diligente hacia un callejón semioscuro donde comenzamos a besarnos con fruición, pronto su boca descendió por mi garganta hasta llegar a mi escote. Su mano fue desprendiendo los botones necesarios hasta que su boca pudo alcanzar mis pezones que saboreó con deleite por unos cuantos minutos. Yo gozaba tremendamente y eso provocó que aplastara su cabeza contra mis senos con una mano mientras la otra trataba de liberar su pene de la tortura de sus pantalones. Lo conseguí, y su pene duro y erecto descansó en la palma de mi mano. Mientras él besaba mis pechos yo comencé a manipular su sexo, mientras mi mano libre me despojaba de las bragas. Una vez conseguido, llevé su miembro enfebrecido hasta mí, y verdaderamente gocé cuando moviendo su cintura me penetró de tal forma que pensé que su sexo duro y palpitante iba a salir por mi garganta.

Me folló de todas formas. Ni mi ano se salvó de sus embestidas y de más está decir que mi ano no deseaba salvarse. Como no daba muestras de agotarse tomé su sexo con mis labios y se lo chupé hasta que sentí que un tumulto de esperma me llenaba la boca hasta caer por mi garganta. Terminamos ambos, y al ponerme de pie pude ver su sonrisa y pensé que había llegado la hora del adiós pero, sorprendentemente, él me preguntó si podía acompañarme a mi casa, a lo que le respondí que sí.

Cuando entramos en casa fue como una explosión. En segundos yo estaba completamente desnuda y el me acomodaba en cuatro patas para penetrarme por detrás. Otra vez sentí su pene presionando mi ano hasta vencer la resistencia del mismo y penetrarme. Latigazos de electricidad recorrieron mi cuerpo mientras él me follaba sin parar. Sus manos acariciaban mis senos mientras su pelvis golpeaba mis nalgas y no pude evitar que un gemido hondo y placentero saliera de mi garganta cuando llegué al orgasmo, casi al mismo tiempo que su sexo me inundaba de cálido y espeso semen. Luego lo llevé a mis labios limpiándolo de todo resto de esperma y, sin pensarlo dos veces, me extendí sobre la mesa de centro levantando mis piernas al máximo. El me penetró sobre la mesa mientras acariciaba mis pezones. Su verga parecía querer abrirme en dos de tan dura y grande que la tenía, sentí que todas mis terminales nerviosas explotaban en un prologando gemido de placer cuando él se salió de mi sexo acabando sobre mi vientre y mis pechos. Luego vino lo mejor.

Él se puso de pié extendiendo su mano, yo la tomé. Me llevó hasta el baño y me hizo arrodillar en la bañera y en esa posición comenzó a orinar sobre mí. Sentí la cálida humedad de su orina corriendo por mi rostro y por mis senos, cubriéndome, como una llovizna de verano. Cuando terminó tomé su flácido miembro con mi boca y lo chupé hasta arrebatarle el último átomo de sabor. Luego ambos nos acostamos en la cama y él me preguntó si podía presentarme algunos amigos. Mientras masajeaba su sexo y sentía que se endurecía nuevamente acepté su proposición.

Pero esa es otra historia, que seguramente contaré… pero no mañana.



2 comentarios:

  1. enhorabuena,,pedazo de relato,,

    Por cierto, soy abogadocarlos en zona liberal,,jeje
    besos

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  2. Gracias Letrado, por tu visita y por tu impecable saber estar en el foro

    Besos, lametones y mordisquitos.

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