martes, 2 de agosto de 2011

Entre amigas





Cuando encuentras una amiga encuentras un tesoro, eso es lo que dicen algunos, pero no siempre es así. Tengo una amiga, bueno una “amiga” que necesitó ayuda con un chico al que no podía enganchar como ella quería. Así, medio en serio medio en broma, le propuse un juego: captar al tipo desde su mente hasta su glande, pasando, obviamente por sus pelotas.

¿Maldades femeninas?. Seguro.

Todo empezó un día de invierno cuando hablábamos de nuestras cosas mientras trabajábamos. Afuera nevaba copiosamente y su desesperación por no poder atrapar a su chico semejaban a los copos de nieve que caían detrás de las ventanas. Se me ocurrió, entonces, que una buena sesión de BDSM de las más suaves, podría ayudarla en su empeño y fue como poco a poco y palabra tras palabra comenzó a concederse el capricho del sexo a tres. Claro que una de ellas, yo misma, jamás quedaría impresa en la memoria del joven deseado.

Le expliqué el plan paso a paso y aceptó.

Le llamó una noche de martes para que llegara el miércoles a su casa donde le esperaba con un vestido palabra de honor negro de satén, le hizo pasar hasta el salón y le invitó a un Brugal con cola y mucho hielo en vaso de sidra. Comentaron el frio que hacía fuera y lo crudo que estaba siendo el invierno. Acto seguido, él le preguntó si hacía en casa el suficiente calor como para llevar ese vestido puesto, y ella le contestó que le sobraba calor como para calentar el invierno, a lo que el sonrió y entendió a lo que se refería. Obvio, estaba como una brasa.

Le tomó de la mano y se lo llevó al dormitorio con una sonrisa de ésas que sólo las mujeres más ardientes esbozan con la naturalidad que les da el saber lo que están haciendo.

Una vez en la habitación, ella se desabrochó el vestido dejándolo caer al suelo y exponiendo su silueta entre las luces de las velas que había encendido un rato antes de que él llegara. La atmósfera era la precisa para encandilar al ingenuo, luego lo fue desvistiendo despacio entre beso aquí y allí, le obligó a extenderse sobre la cama y de forma felina y tramposa comenzó a atarle muñecas y tobillos al cabecero y pies de la cama, luego cuando él estaba indefenso le vendó los ojos con un pañuelo rojo de seda que se trajo de Zurich. Ahí fue cuando abrió la puerta del baño y entré yo.

El hombre giró su cara al sentir el ruido y preguntó qué pasaba. Ella no le contestó. Sólo comenzó a acariciar su sexo con sus ágiles y largos dedos como de pianista mientras yo le lamía y mordisqueaba suavemente sus pezones. El preguntó si había alguien más en la habitación pero ella le cerró la boca con un beso mientras yo la suplantaba masajeando el pene, que por cierto estaba duro como el granito, pero no tan frío. Luego mientras mis manos acariciaban ese imponente falo mi amiga comenzó a acariciarlo con sus labios, y yo giñándole un ojo, apoyé mi sexo sobre la boca del incauto. Cuando el falo parecía a punto de explotar, ambas nos retiramos. Él seguía comiéndome el coño como un lobo hambriento, había detectado que todo era distinto. Miré a los ojos de mi amiga y vi que me hizo un gesto cómplice y deslicé mi coño desde sus labios hasta su pecho reemplazándome ella. Tomé una de las velas y derramé cera caliente sobre su pecho, estómago y pubis. Él se contrajo en un breve quejido mientras mi amiga apretaba su coño contra sus labios, yo descendí mi boca sobre su polla a punto de reventar, en ese momento mi amiga me sorprende metiendo sus dedos en mi coño y advirtiendo así mi humedad mientras yo llevaba esa polla hasta lo más profundo de mi garganta. El rogaba para que lo soltásemos, ya que había comprendido que éramos dos, y no me había visto. Quería saber quién además de mi amiga le estaba regocijando, le estaba regalando tanto placer, luchaba por soltarse, estiraba sus dedos como tentáculos y se desesperaba por no poder tocarnos.

Mi amiga y yo cambiamos de posición, y volví a poner mi coño en su boca mientras ella comenzó a cabalgar sobre ese magnífico pene. La diversión era toda nuestra, y estábamos tan desatadas que mi amiga y yo nos abrazamos y empezamos a besarnos, a acariciarnos y a frotarnos los pechos la una contra la otra. De alguna forma, el incauto dejó de importarnos. Mientras él se corría oyendo nuestros gemidos, mi amiga y yo caímos sobre la alfombra y seguimos besándonos y acariciándonos como posesas . El nos escuchaba y nos gritaba que quería ver, mi amiga se levantó como para quitarle la venda pero yo pequé mi boca a su coño y comencé a lamerlo sintiendo el gusto del semen recién derramado. Ella cambió de idea y se introdujo el pene flácido en su boca comenzando a chuparlo con toda el ansia de una mujer sexualmente mal atendida. Yo tomé la vela que había caído al suelo y me la introduje en mi coño masturbándome con ella mientras mi amiga tenía un orgasmo descomunal gracias a mi comida.

El incauto dado que mi amiga estaba teniendo espasmos tirada en el suelo, había quedado con su pene erecto y sin mamada pidiendo a gritos que siguiese. Me senté sobre esa magnífica polla dándole la espalda a su cara y me la introduje en mi culo mientras mi amiga se recuperaba, ahora era yo la insatisfecha. Mi amiga se puso de pie temblando y me besó largamente en la boca acariciando con su lengua mis labios y mis encías, yo sentía mi ano a punto de estallar pero mi orgasmo no llegaba, así que, mientras mi amiga me besaba la boca y las tetas llevé su mano a mi vagina y fue así que empezó a masturbarme con tanta habilidad que mi orgasmo acabó siendo bestial coincidiendo con el orgasmo del inocente cuya polla sentía palpitar en mi culo.

Mi amiga y yo nos pusimos de pie frente a frente, el semen nos corría por las piernas, nuestras miradas se encontraron, ambas estábamos encendidas de una forma en la que jamás creímos que el incauto nos pondría. El plan se había ido a la mierda. Nos abrazamos y nos besamos con ganas de devorarnos, caímos sobre la alfombra y cada una de nosotras buscó el coño de la otra. Nos lamimos, chupamos, mordimos, metimos dedos hasta que explotamos en un largo e intenso aullido de lobas satisfechas. El incauto nos oía desesperado y no dejaba de gritar que quería ver, ver, ver…

Me puse de pie temblorosa sintiendo palpitar aún mi vagina, tomé mi abrigo y salí de la casa.

Mi amiga le quitó la venda de los ojos a su chico, lo desató, le extendió sus ropas y le dijo que se fuera.

El, aún con su pene erecto se vistió y con mirada de perrito apaleado salió de la casa subió a su coche y se marchó. Mi amiga quedó desnuda recortada por la luz de las velas en la puerta de entrada, yo salí de mi escondite y me acerqué a ella.

La noche recién comenzaba.

4 comentarios:

  1. un relato tan caliente como tu, la verdad no esteraba menos de ti

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  2. Creo que le ha encantado a todas y cada una de las partes de mi cuerpo..
    uf

    :)

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  3. MUY BUENO ,FELICIDADES BSS WAPA

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  4. Follar - te...... debe ser un gustazo

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